martes, 7 de noviembre de 2017

San Wilibrordo


Celebramos hoy la memoria de san Wilibrordo. Su padre era Wilgils o San Hilgis, un anglo o, según Alcuino de York, un sajón de Northumbria, que se retiró del mundo a una ermita que dedicó a san Andrés. Willibrord tuvo como maestro a san Wilfrido, futuro obispo de York, y fue enviado a la abadía de Ripon. Ingresó en la Orden de san Benito y entre los veinte y los treinta dos años vivió en la abadía de Rathmelsigi, en Irlanda, uno de los focos culturales del momento.1​Estudió con el abad san Egberto, que lo ordenó sacerdote.

San Egberto lo envió con doce compañeros a cristianizar a las tribus germánicas del norte, en la región de Frisia, que comprendía los actuales Países Bajos, Flandes y Luxemburgo. Pipino de Heristal, mayordomo de palacio de todos los francos, había conquistado los territorios de la otra ribera del Rin y quería que se evangelizaran, ya que todavía no había llegado el cristianismo. Hacia 690, llegó con un grupo de monjes y se encargó de organizar la Iglesia en la región.

En 695 fue a Roma, donde recibió la aprobación del papa Sergio I, que lo consagró como obispo de los frisios, con el nombre de Clemente, y le dio el palio. De vuelta en Frisia, continuó la predicación, fundando numerosas iglesias y monasterios. En Utrecht, estableció la sede de la diócesis, convirtiéndose así en su primer obispo. Dependientes de ésta, creó las diócesis de Deventer y Haarlem, y en 698 fundó la abadía de Echternach, en Luxemburgo. Destruyó templos e imágenes de los dioses paganos,2​ lo cual provocó la animadversión de los frisios que no quisieron aceptar la nueva religión.


Willibrord intentó convertir a Radbod, el rey de los frisios, pero no lo consiguió y volvió a Fontenelle. La tradición dice que Radbod estuvo a punto de bautizarse, pero que, en el último momento, cuando supo que no encontraría en el cielo a ninguno de sus antepasados, ya que al no ser cristianos estaban condenados, prefirió «pasar la eternidad en el infierno con los suyos, que en el cielo con extraños». La misión tenía el apoyo de los francos, que así querían hacerse con el control del puerto de Dorestad, importante foco comercial. En 714, a la muerte de Pipino, Rabdod inició una revuelta; en 716 ya había cogido nuevamente el poder en Frisia, tras lo cual quemó iglesias y asesinó a muchos de los misioneros cristianos. Willibrord se refugió en el monasterio de Echternach, que él mismo había fundado.

Al morir Radbod en 719, Willibrord pudo volver a su tarea, ayudado por san Bonifacio, que estaba evangelizando las tierras germánicas. Ahora contaban con el apoyo de Carlos Martel. Willibrod falleció durante una de sus estancias en Echternach, el 7 de noviembre de 739, en cuya abadía fue sepultado.

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