jueves, 14 de mayo de 2015

Apotegmas de un monje a sí mismo


85.- Ver al Señor. Monje, el Señor se marchó, ascendió al sitió del que había descendido, para concedernos poder ir junto a él hacia Dios Padre todopoderoso. No volvió a ser visto por sus discípulos, pero les envió la fuerza del Espíritu Santo, que desde entonces ha acompañado el inseguro caminar de la Iglesia. Tú tampoco, monje, has visto al Señor. Pero puedes contemplarle en los sacramentos, en los signos de su amorosa presencia; puedes escucharle en la palabra que con afán escudriñas cada día; y debes obedecerle en el soplo por el que el Espíritu te guía.

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