martes, 3 de marzo de 2015

Speculum Caritatis. Bondad y belleza de la Creación

4.-  Nuestro Dios, a quien corresponde el sumo e inmutable ser, y de quien es propio el existir siempre, como dice David: Tú siempre eres el mismo, a todas sus criaturas distribuye estas tres cosas: naturaleza, especie y uso. A su naturaleza se debe que sean buenas, a su especie que sean hermosas y al uso que estén bien ordenadas a su fin. El que hizo que tuviesen ser, hizo también que fuesen buenas, e igualmente hermosas y bien ordenadas. Todas las cosas son buenas al tener origen en un ser perfectísimo e inmutable, aquél por quien todas han sido hechas; como él es la suma perfección e inmutable sabiduría, todas las cosas están bien ordenadas. Son, por tanto, buenas por naturaleza, hermosas por la especie y bien ordenadas para el decoro de la universalidad. 

5. - Vio Dios todas las cosas que había hecho, y eran muy buenas. Así pues, en cuanto existen, son buenas; en tanto forman parte de un todo armónico, son hermosas; y en cuanto cada cosa dentro de esa universalidad ocupa su correspondiente lugar, tiempo y modo, se dice que están óptimamente ordenadas. Pues cada cosa, conforme a su naturaleza, tiene un lugar propio en donde estar; así, por ejemplo, el ángel en el cielo y los seres irracionales en la tierra, mientras que el hombre, por ocupar un lugar intermedio, fue colocado en el centro del Paraíso. Lo mismo decimos del tiempo, tanto de la duración como del momento de su aparición; o sea, del cuándo y en qué tiempo, pues en la hermosura de esta universalidad hay naturalezas que empiezan a existir todas a la vez y nunca dejarán de existir, como es la naturaleza angélica; otras, de ningún modo comienzan a existir todas juntamente, pero no abandonan lo adquirido ni ellas mismas dejan de ser, y tal ocurre con la naturaleza humana; y otras, finalmente, no empiezan al mismo tiempo y alguna vez dejarán de existir, como sucede a los irracionales. 
Elredo de Rieval
El Espejo de la Caridad

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