miércoles, 12 de marzo de 2014

Apotegmas de un monje a sí mismo

El sueño del caballero. Antonio de Pereda.

22.- La vanidad del mundo. Todo es vanidad: nada tiene valor, nada perdura, nada merece la atención. Sólo la Palabra eterna, el Hijo de Dios, nos ha iluminado con la luz de la fe, para que podamos conocer lo que verdaderamente vale, lo que verdaderamente perdura, lo que verdaderamente merece toda nuestra atención. Ni siquiera o, tal vez menos que nadie, el hombre resulta fiable. No confiéis ni siquiera en los príncipes, seres que son polvo -dice el salmo-, exhalan el aliento y espiran y vuelven al polvo. Solo la Palabra eterna, el Hijo de Dios, ha restaurado en su propia persona aquella santidad para la que fuimos creados y que con nuestro pecado dañamos. Todo es vanidad.

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