viernes, 7 de junio de 2013

Beata Urraca de Cañas


Hoy nos recuerda el Martirologio cisterciense a la beata Urraca de Cañas, abadesa de este monasterio riojano durante la primera mitad del siglo XIII.


En el Monasterio de Hayuela, que se encontraba situado en una zona hoy absorbida por Santo Domingo de la Calzada, vivían unas monjas benedictinas disfrutando de fuero desde 1157. El 9 de abril de 1170 Lope Díaz de Haro y su esposa Aldonza Rodríguez donaron a éstas unas tierras situadas en las villas de Cañas y Canillas,1 con el objetivo de que cambiasen de orden y construyesen allí una abadía cisterciense (la orden del Císter procede de una reforma producida en 1098, dentro de la orden benedictina, en un afán de volver a un cumplimiento más austero de la regla de Benito de Nursia) al amparo de su ciudad condal de Nájera. En 1170 las monjas se trasladan a Cañas y poco después, tras la muerte de Lope Díaz ese mismo año, su esposa Aldonza se mudó al mismo lugar.


La construcción del monasterio fue paulatina, con tres etapas claramente diferenciadas: románica, de la que quedan pocos vestigios, prácticamente la parte inferior de los ábsides, gótica, del siglo XIII, en que se termina los ábsides y se construye hasta el transepto, y la posterior al siglo XVI, en la que se continúa la construcción de la nave central. Hacia 1222, Urraca Díaz de Haro fue nombrada abadesa del Monasterio de Cañas, iniciándose entonces un período de apogeo del monasterio gracias a la alta posición social de esta hija de Diego López II de Haro, viuda del conde Álvaro Núñez de Lara. Además mandó construir un hospital en Cañas. El patronazgo de los ricoshombres Haro quedó vigente hasta la extinción del linaje en 1322.


La Beata Urraca fue venerada muy pronto dentro de su propio monasterio y de la orden cisterciense, como una mujer que supo desprenderse de su noble estado y asumir el rigor de la vida monástica cisterciense, con gran amor a sus hermanas. De ella conservamos un magnífico sepulcro, prueba de una veneración que debió atraer a muchos peregrinos, que no lejos de allí, se dirigían a San Millán de la Cogolla, o a Santiago de Compostela.

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