viernes, 31 de mayo de 2013

Juicio y misericordia

Un hermano del monasterio del abad Elías sucumbió ante una tentación y fue expulsado. Y se fue al monte con el abad Antonio. Permaneció con él algún tiempo, y luego Antonio le envió de nuevo al monasterio de donde había venido. Pero en cuanto lo vieron los hermanos lo volvieron a expulsar. Regresó el hermano a donde estaba el abad Antonio y le dijo: «Padre, no me han querido admitir». El anciano les mandó decir: «Un navío naufragó en el mar y perdió su cargamento. Con mucho esfuerzo el barco ha llegado a tierra, y ahora vosotros ¿queréis hundir esa nave que ha llegado a la orilla sana y salva?». Cuando supieron que era el abad Antonio el que lo enviaba, inmediatamente lo recibieron.


Un hermano de Scitia cometió un día una falta. Los más ancianos se reunieron y enviaron a decir al abad Moisés que viniese. Pero él no quiso venir. El presbítero envió a uno para que le dijera: «Ven, pues te esperan todos los hermanos». Y vino, tomó consigo una espuerta viejísima, la llenó de arena y se la echó a la espalda. Los hermanos saliendo a su encuentro le preguntaban: «¿Qué es esto, padre?». Y el anciano les dijo: «Mis pecados se escurren detrás de mí, y no los veo, y ¿voy a juzgar hoy los pecados ajenos?». Al oír esto los hermanos no dijeron nada al culpable y lo perdonaron.

Sentencias de los Padres del Desierto. Cap. IX. De no juzgar

jueves, 30 de mayo de 2013

Filocalia. Barsanufio y Juan de Gaza 3


Pregunta: ¿Es mejor dedicarme al «Señor Jesucristo, tened piedad de mí» o recitar pasajes de las santas Escrituras y salmodiar?

Respuesta: Ambas cosas son necesarias, un poco de una, un poco de otra, pues está escrito: «Es necesario hacer una cosa, sin descuidar la otra» (Mt 23, 24).

miércoles, 29 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo



12.- Los salmos. Monje, sé consciente del gran tesoro que posees. El Espíritu Santo no sólo inspiró los salmos que rezas todos los días, sino que también se enseñó cómo hacer de ellos tu más elevada oración. Te enseñó a rezarlos y en Jesucristo te dio ejemplo de cómo emplearlos en tu diálogo con Dios. Te enseñó a rezarlos cuando nos dio la clave para comprenderlos: Padre nuestro, que estás en el cielo. Los salmos se dirigen siempre a Dios, nuestro Padre, de quien procede todo bien y hacia quien tiende todo lo creado como a su propio fin. Pero no sólo nos dio la clave de su comprensión en el Padre Nuestro, sino que también Jesucristo, que es nuestra Cabeza, los rezó por nosotros, los sigue rezando en nosotros y junto a nosotros. Por eso, cuando entonas los salmos, no inicias un monólogo hacia un Dios trascendente, sino que te insertas en el eterno diálogo entre el Verbo unigénito y el Padre Eterno, que el Espíritu Santo consuma en la unidad de Dios indivisible.

martes, 28 de mayo de 2013

De la paciencia


Un hermano que había sido insultado por otro hermano, acudió al abad Sisoés de Tebas y le dijo:
"Ese hermano me ha insultado y quiero vengarme". 
El anciano le rogaba: "No, hijo. Deja en manos de Dios la venganza". 
Pero el otro decía: "No descansaré hasta que me haya vengado yo mismo". 
El anciano insistió: "Hermano, hagamos oración". 
Y el anciano puesto en pie añadió: "Dios mío, ya no necesitamos que te ocupes de nosotros, pues nos vengamos nosotros mismos". 
Al oír esto el hermano se echó a los pies del anciano y le dijo: "Ya no tengo nada contra aquel hermano. ¡Por favor, Padre, perdóname!".


Sentencias de los Padres del Desierto. Cal XVI. De la paciencia

lunes, 27 de mayo de 2013

La labor evangelizadora de los monjes


La figura de san Agustín de Canterbury nos recuerda hoy una faceta fundamental de la vida monástica a la hora de comprender el desarrollo religioso y cultural del continente europeo, tras el naufragio de la civilización romana a causa de las invasiones bárbaras. A pesar de que los monjes habían nacido del deseo de apartarse del mundo para consagrarse a Dios en la soledad, mediante la meditación de las Sagradas Escrituras y la lucha contra el poder del mal, la vida monástica terminó por constituir un núcleo de evangelización y de progreso cultural. ¿Cómo lo hicieron?

Ante todo, nunca dejaron de ser lo que eran; simplemente, establecieron sus monasterios donde pudieron, y comenzaron a vivir del esfuerzo de sus manos procurando amarse los monjes entre sí y acogiendo con misericordia a cuantos a ellos acudían. Fundaron escuelas, roturaron campos, construyeron vías de comunicación y predicaron el Evangelio. Esta imagen idílica estuvo muchas veces teñida de sangre, pues la inseguridad también hizo estragos entre ellos: vikingos, normandos, y demás pueblos todavía sin civilizar, vieron en los monasterios tan sólo lugares con riquezas susceptibles de ser asaltados sin piedad alguna.

Los monasterios, también hoy, intentan no sólo revivir la tradición monástica cristiana, sino también la tarea evangelizadora de la Iglesia. En medio de una sociedad cada vez más alejada del Cristianismo, se erigen en centros espirituales de primer orden, en los que comunidades de hombres y mujeres procuran seguir al Señor en la tradición monástica, alaban la gloria del Creador, y dejan traslucir mediante su vida de oración el testimonio de Cristo Resucitado, Salvador de los hombres.


domingo, 26 de mayo de 2013

Dios en el alma

La Santísima Trinidad, Dios infinito, uno en naturaleza y trino en Personas, habita en nuestras almas: el Espíritu Santo que celebramos en Pentecostés, viene en nuestra ayuda y nos hace comprender las palabras de Cristo, la revelación máxima que nos hizo, sobre su Vida íntima, sobre la intimidad de Dios. Nos enseña que Dios nos es soledad infinita, sino comunión de luz y de amor, de vida dada y recibida en un diálogo eterno entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, como dice San Agustín, Amante, Amado y Amor. (Cf.  Benedicto XVI, Angelus del 11 de Junio de 2006)

A pesar de que no podemos ver a Dios en este mundo, él mismo se dio a conocer en Cristo además de que el apóstol san Juan dice: "Dios es amor" (1Jn 4, 16) "hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él"

Quien se encuentra con Cristo y entra en una relación de amistad con él  por medio de la gracia y la fe, acoge en su alma la misma comunión trinitaria, según la promesa de Jesús a los discípulos: "si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14, 23).

Dios hace morada en nosotros, inhabita en el alma de cada uno, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vivamos pues en su amistad, abrámonos a la gracia, dejemos que more en el profundo de nuestra busqueda deseosa de Él, que la morada en nuestra alma sea un reflejo de sus graciosa presencia.

En la Iglesia, dice san Atanasio, se predica un solo Dios, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.

Somos templos de Dios y esta realidad, esta verdad, tiene que ser nuestra obsesión espiritual, pues es el tesoro más precioso que pueda tener el hombre sobre la tierra, Dios, el Cielo, en su alma.

sábado, 25 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


11.- Sumérgete en el mar de la Palabra de Dios. Monje, abandona todo cuanto es superfluo y céntrate en lo esencial. El Creador te ha dirigido su palabra a través del libro de la creación: contémplala con agradecimiento y alaba a tu Creador por su providencia. No sólo eso: también te ha dirigido su Palabra, cuando ésta, el Verbo unigénito, se encarnó para salvarnos. Y, desde el antiguo Israel hasta el nuevo pueblo de Dios, ese Verbo de vida quedó consignado en los escritos santos. Estúdialos sin descanso y haz de su doctrina tu sabiduría. No ahorres esfuerzo por conocer dicha Palabra en profundidad, pues solo ella te enseñará a leer en la Creación la palabra de vida que ahora, solo en misterio, te es dirigida. Medita en tu corazón su interpelación y responde en tu oración a quien desea entablar eterno coloquio contigo. Así como el mar se abre inmenso a tu mirada, la Palabra de Dios te ofrece su inconmensurable sabiduría. Sumérgete en ella, y ella te dará la vida.

viernes, 24 de mayo de 2013

La evangelización a través de la belleza

La palabra Evangelio significa buena noticia. Se refiere al anuncio de la salvación de la entera humanidad que Dios ha realizado por medio de su Hijo Jesucristo. No solo es un bien de carácter moral, ni la revelación de la verdad absoluta de la creación, ni tan siquiera la posibilidad de conseguir la deseada unidad en el amor que excluye toda división: es, así mismo, la máxima expresión humana de la belleza infinita de Dios. Por eso, el Evangelio no sólo se anuncia a través de actos de bondad, o a través de la exposición de la verdad, o a través de la unión con Dios: también se expresa, en su forma más sublime, a través de la belleza. De hecho, la belleza puede llegar a ser el instrumento evangelizador más poderoso, pues expresa lo que la razón o la voluntad humanas son incapaces de conseguir. Los monjes han sido siempre conscientes de ello y, sin renunciar a los otros aspectos, han hecho de la belleza no sólo una forma de vida, sino también un elocuente anuncio de la suprema belleza que solo de Dios procede. Hoy les mostramos un ejemplo, a través de una simple grabación en directo que un peregrino a Santiago de Compostela grabó en el Monasterio de Samos, en la que la arquitectura, la música y la liturgia se aliaron para sorprender gratamente al peregrino.

jueves, 23 de mayo de 2013

Filocalia. Barsanufio y Juan de Gaza 2


Pregunta: ¿Es necesario emplear contra los pensamientos la contradicción, las palabras imprecatorias, la cólera?

Respuesta: Las pasiones son sufrimientos. Dios no ha querido alejarlas, pero ha dicho «invócame en el día de la tribulación». No hay otro medio de vencer toda pasión más que invocar el nombre de Dios. La contradicción sólo es buena para los perfectos, los poderosos según Dios; nosotros, los imperfectos, tenemos sólo un recurso, refugiamos en la oración en el nombre de Jesús. Pues las pasiones son demonios que huyen ante su nombre.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La ciencia de los santos

Dijo el Padre Isidoro: "Esta es la ciencia de los santos, el conocimiento de la voluntad de Dios: Cuando todo obedece a la verdad, el hombre está por encima de todo, porque es imagen y semejanza de Dios. De todos los espíritus, el más terrible es seguir al propio impulso, es decir, nuestro propio pensamiento y no el de Dios. Esto se convierte al final en aflicción para el hombre.( Apotegmas de los Padres del desierto)

Jamás se deben examinar las razones de lo que Dios hace, por más que se turbe nuestro entendimiento: porque al Señor le toca mandar, y a los siervos obeceder. No puede decir la obra al que la ha formado: ¿Por qué me has hecho así? ¿Para qué es hacer esfuerzos queriendo penetrar los secretos de Dios? ¿No sabéis que de todo tiene cuidado, que es infinitamente sabio, que nada hace en vano, que no obra temerariamente, que os ama más que los padres que os han engendrado, y que los cuidados que tiene de vosotros exceden infinitamente a la ternura de un buen padre o de una buena madre? No busquéis, pues, las ocultas razones de su conducta; no paséis adelante, porque estas consideraciones deben ser suficientes para sosegar vuestro espíritu. (S. Juan Crisósto., Homil. 82, c. 11, Ep. ad Rom., sent. 283, Tric. t. 6, p. 358.)"

martes, 21 de mayo de 2013

Filocalia. Barsanufio y Juan de Gaza 1


Pregunta: Padre mío, ¿querrías decirme cómo se adquiere la humildad para la oración perfecta, cómo efectuaría sin distracciones y si es útil la lectura?

Respuesta: La oración perfecta consiste en hablar a Dios sin distracción, recogiendo a la vez todos los pensamientos y todos los sentidos. Se llega a ello muriendo para todos los hombres, para el mundo y lo que él encierra. En la oración sólo has de decir a Dios: «¡Sálvame del malvado! ¡que tu voluntad se cumpla en mí!», y mantener tu espíritu en la presencia de Dios, hablándole. La oración se reconoce porque el hombre está libre de toda distracción con su espíritu colmado de alegría bajo la iluminación del Señor. La señal de que el espíritu ha llegado a ese estado es la imperturbabilidad, incluso si el mundo entero viniera a atacarnos. Ora perfectamente aquel que está muerto para el mundo y sus placeres. Hacer cuidadosamente su obra para Dios, no constituye una distracción, sino celo según Dios. Es ventajoso leer las Vidas de los Padres, pues ello es un medio de iluminar el espíritu en el Señor.

lunes, 20 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


10.- Combatir el buen combate. Monje, no te inquietes cuando te asalten las tentaciones. Has escogido militar bajo las banderas de Cristo, verdadero Rey y Señor. Él te ha dado un fuerte escudo para que te defiendas, y además ha puesto en tu mano la espada de la fe. No temas a la turbamulta que arremete contra ti. El Señor te ayuda y te sostiene en el peligro. Lucha sin miedo, combate el buen combate. Unas veces te intentará asaltar de frente, otras veces buscará la traición de tu propia carne, otras veces se esconderá y se hará pasar por un aliado. Escucha sólo al Señor, que te guía en este combate mediante el Espíritu Santo. Y sé humilde, pues puedes ser derrotado, aunque no abandonado por la misericordia del Altísimo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Espíritu Santo y vida monástica

Un monje es un ser humano que ha sido llamado por  el Espíritu Santo para abandonar las preocupaciones, los  deseos y las ambiciones de otras personas y consagrar  su vida entera a la búsqueda de Dios . Este concepto es  familiar . La realidad que tal concepto significa es un misterio. Porque, de hecho, nadie en la tierra sabe exactamente qué significa «buscar a Dios» hasta que se pone a buscarlo . Ninguna persona puede decirle a otra lo que esta búsqueda significa a no ser que ésta esté iluminada, al mismo tiempo, por el Espíritu que habla dentro de su propio corazón. En definitiva, nadie puede buscar a Dios, si antes no ha sido encontrado por Él . Un monje es aquel que busca a Dios porque ha sido encontrado por Dios. En pocas palabras, un monje es un «hombre de Dios» 
Thomas Merton



La vida monástica es un carisma, creación del Espíritu Santo, que sólo se puede asumir en libertad y en amor por inspiración del Espíritu Santo. Esta forma de vida cristiana sólo puede  ser evangélica y siempre nueva, gracias a la ayuda del Espíritu Santo.

La vida monástica es una forma de vida cristiana, uno de los caminos para vivir el misterio pascual. Es una vida pneumática porque es cristiana, mesiánica, consagrada en la única consagración bautismal, en la que se de la unción del Espíritu Santo;  Por eso el monacato no es algo condición aparte, una categoría de cristianos compuesta por miembros mejores en comparación con los demás.

Hoy dejamos este interesante articulo sobre la vida monástica y la acción del Espíritu. 



sábado, 18 de mayo de 2013

El Espíritu Santo

Único es Dios Padre, dueño de la Antigua y de la Nueva Alianza; Único es el Salvador Jesucristo, profetizado en la Antigua y venido en la Nueva; Único también es el Espíritu Santo, que, por los profetas, fue el heraldo del Cristo, que descendió después de la venida del Cristo y lo mostró a los hombres.

Que nadie, pues, separe la Antigua Alianza de la Nueva; que nadie pretenda que el Espíritu es diferente aquí o allí, pues eso es contrariar al Espíritu Santo mismo, al que se honra con el Padre y el Hijo y a quien se engloba en la Santa Trinidad cuando se da el santo bautismo. En efecto, el Hijo Único de Dios dijo claramente a los apóstoles: Id, haced discípulas a las naciones, bautizándolas en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Nuestra esperanza reside en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No proclamamos tres dioses, sino que proclamamos, con el Espíritu Santo, por el Hijo Único, un solo Dios. La fe es indivisible, la piedad sin falla posible. No separamos la Santa Trinidad, ni la confundimos. (16º Catequesis, 3-4)

El Padre por el Hijo en el Espíritu Santo, da todas las gracias. No son unos los dones gratuitos del Padre, y otros los del Hijo, y otros los del Espíritu Santo; pues no hay más que Una salvación, Una sola potencia, una sola fe. Un solo Dios, el Padre; un solo Señor, su Hijo único; un solo Espíritu Santo, el Paráclito. (16º Catequesis, 24)

Del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo (Epiclesis), ya no es un pan cualquiera, sino el Cuerpo del Cristo, así este Santo Crisma, después de la invocación, ha dejado de ser un aceite común, para ser don gracioso del Cristo y del Espíritu Santo, así la Divinidad, por su presencia, lo hace eficaz. Así es el Crisma con el que se te hace la crismación sobre la frente y también sobre los diversos órganos de los sentidos. Mientras el cuerpo es ungido por un bálsamo visible, el alma es santificada por el Espíritu Santo y vivificada. (21º Catequesis, 3)

Después de habernos santificado con esos cantos espirituales, suplicamos al Dios de misericordia que envíe el Espíritu Santo sobre las ofrendas dispuestas ante nosotros para que transforme el pan en el Cuerpo del Cristo y el vino en la Sangre del Cristo. Lo que ha sido tocado por el Espíritu Santo es en efecto totalmente santificado y transformado. (23º Catequesis, 7)

San Cirilo de Jerusalén.

viernes, 17 de mayo de 2013

El encuentro

la Abadia cistercense Madre de Dios, el encuentro, situada en el corazón de la Sierra Madre Michoacana, vecina del fastuoso Santuario de las Mariposas, en el Rincón de San Jerónimo, correspondiente al municipio de Ciudad Hidalgo (Michoacán) Mejico.

Las 25 Monjas Cistercienses que conforman la Abadía, ofrecen una increíble imagen de mujeres preparadas y modernas que han sabido, de manera magistral, consagrarse a una vocación divina y aportar, a la sociedad moderna, un perfil de mujer, altamente madura y culta que despierta la admiración y el respeto de cuantos las conocen o acuden a ellas.

jueves, 16 de mayo de 2013

San Pacomio


La liturgia recuerda hoy a san Pacomio, el monje egipcio que dio origen a la llamada vida cenobítica. Hasta entonces, siguiendo el ejemplo de san Antonio, había nacido el monacato cristiano como una forma de vida estrictamente solitaria. Eran los llamados ermitaños, que se retiraban al desierto para vivir en soledad. Con Pacomio se inicia una forma nueva de vida monástica en común. Para facilitar los aspectos básicos de la vida y compartir la oración, estableció el monasterio como lugar de reunión de una comunidad de monjes, que juntos buscan a Dios no sólo en la oración, sino también en el esfuerzo de la caridad. Pacomio, que vivió en el monasterio de Tabannesi, escribió una regla, es decir, una serie de normas por las que se regía la vida de la comunidad. Murió en torno al año 346. En ella, podemos leer, por ejemplo:

La plenitud de la ley es la caridad; para nosotros que sabemos en qué tiempos vivimos, es la hora de arrancarnos del sueño; la salud está mucho más cerca de nosotros que cuando comenzamos a creer. La noche está avanzada, el día, próximo, despojémonos de las obras de las tinieblas (Rom 13,10-20) que son las discusiones, las murmuraciones, los odios y la soberbia que infla el corazón (Gal 5,20).

miércoles, 15 de mayo de 2013

Sembrad siempre buenas obras


Sed ricos en buenas obras, dice el Señor. Éstas son las riquezas que debéis ostentar, que debéis sembrar. Estas son las obras a las que se refiere el Apóstol, cuando dice que no debemos cansarnos de hacer el bien, pues a su debido tiempo recogeremos. Sembrad, aunque no veáis todavía lo que habéis de recoger. Tened fe y seguid sembrando. ¿Acaso el labrador, cuando siembra, contempla ya la cosecha? El trigo de tantos sudores, guardado en el granero, lo saca y lo siembra. Confía sus granos a la tierra. Y vosotros, ¿no confiáis vuestras obras al que hizo el cielo y la tierra?

Fijaos en los que tienen hambre, en los que están desnudos, en los necesitados de todo, en los peregrinos, en los que están presos. Todos éstos serán los que os ayudarán a sembrar vuestras obras en el cielo... La cabeza, Cristo, está en el cielo, pero tiene en la tierra sus miembros. Que el miembro de Cristo dé al miembro de Cristo; que el que tiene dé al que necesita. Miembro eres tú de Cristo y tienes que dar, miembro es él de Cristo y tiene que recibir. Los dos vais por el mismo camino, ambos sois compañeros de ruta. El pobre camina agobiado; tú, rico, vas cargado. Dale parte de tu carga. Dale, al que necesita, parte de lo que a ti te pesa. Tú te alivias y a tu compañero le ayudas.

San Agustín de Hipona, Sermón sobre las bienaventuranzas

martes, 14 de mayo de 2013

Apotegma en la Tebaida


En los apotegmas, (del griego αποφθεγμα. Sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador) de los Padres del desierto encontramos condensadas varias sentencias que ayudan a la vida espiritual. Como decían el abad Mateo o el Abas Daniel: 

Decía Jesús en el Evangelio que quien siembra el mal y la cizaña en el mundo es el hombre malo. Es decir: el demonio. Lo que pasa, explicaba Abad Mato, es que el diablo no sabe de antemano cuál es la pasión frente a la que el alma es más débil.

Él siembra el mal. Lo siembra siempre. Unas veces con pensamientos de fornicación y sucios. Otras veces con ideas de maledicencia y ruina de la fama. Y va así, de pasión en pasión hasta dar con la que al alma le resulte más violenta. Y a la pasión que descubre como más virulenta, es a la que dedica mayor empeño. Esa es su estrategia.

¿Y el cuerpo y el alma?
Esto fue lo que le preguntaron cierta tarde al Abad Daniel algunos monjes que no sabían de qué manera el cuerpo y el espíritu contribuyen fraternalmente al desarrollo del hombre. Y el Abad Daniel se pensó un poco lo que iba a decir a los monjes y, finalmente, habló y dijo:

Miren: en la medida que el cuerpo prospera y engorda, el alma se debilita. Y el alma prospera y se hace fuerte cuando el que se debilita por la mortificación es el cuerpo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


9.- Los apóstoles reunidos en oración. Monje, que no te canse la salmodia, a pesar de que todas las semanas repitas los mismos salmos, e insistas cientos de veces en una súplica que ni siquiera te pertenece. Los apóstoles estaban reunidos en la oración y, cuando vino el Espíritu Santo, su luz les hizo conocer los secretos escondidos en los versos de los salmos, que manifestaban por qué el Señor debía padecer, y morir, y resucitar al tercer día, para hacer posible nuestra eterna unión en el seno de la Trinidad. Entrega tu vida a la adoración, pues en amar al Dios único y trino encontrarás la perfección de tu gozo.

domingo, 12 de mayo de 2013

El Monacato

Les dejo este vídeo realizado en Sta. María de la Oliva, Navarra, sobre el monacato.


El monacato (del griego monachos, solitario) es la adopción de un estilo de vida más o menos ascético dedicado a una religión y sujeto a determinadas reglas en común. En varias religiones se encuentran formas de vida monásticas, aunque sus características varían enormemente entre ellas: budismo, cristianismo, taoísmo, shintoismo, hinduismo e islamismo.

Al miembro de una comunidad que lleva una vida monástica se le denomina monje o monja. Se rigen por las reglas características de la orden religiosa a la que pertenecen y llevan una vida de oración y contemplación. Algunos viven como ermitaños, en pequeñas ermitas y otros en comunidad, en monasterio.

El monacato cristiano surge en Egipto, entre los siglos III y IV, con san Pablo Ermitaño y san Antonio Abad (considerados los primeros monjes cristianos), dando lugar a las primeras comunidades de "solitarios" en la Tebaida, Egipto, (Padres del desierto), quienes renunciaban al mundo material con el fin de seguir una vida de ascetismo y contemplación, orientada hacia las realidades divinas. Los cristianos de Egipto asumieron el monaquismo con tanto entusiasmo que el emperador Valente tuvo que limitar el número de hombres que podría convertirse en monjes. En su origen el monacato era "eremítico", después los monjes se fueron agrupando en comunidades, y fue san Pacomio quien redactó la primera regla para cenobitas, cuando los monjes comenzaron a reunirse en monasterios. El monasticismo fue exportado de Egipto al resto del mundo cristiano. A partir del siglo V se difundió en Occidente, uno de los aportes más ricos de la Edad Media. Teniendo gran repercusión la Regla de san Benito.

En la Iglesia católica, los monjes están agrupados en lo que se conoce como clero regular, y pertenecen a órdenes monásticas (benedictinos, cistercienses, cartujos, camaldulenses, jerónimos y paulinos son las órdenes contemplativas principales), en oposición al clero secular o seglar.

En la Iglesia Ortodoxa hay una gran tradición monástica, en la que todos sus monasterios siguen la regla de san Basilio. El conjunto de monasterios del Monte Athos son, quizás, la representación más famosa del monacato ortodoxo aunque sin duda, y por fortuna, no la única, ya que esta iglesia es fundamentalmente monástica.

La reforma protestante suprimió el monacato, aunque en la Iglesia Anglicana se revivieron, comenzando en el siglo XIX, los monacatos benedictino, franciscano, cisterciense y dominicos, entre otros.

viernes, 10 de mayo de 2013

Monasterio recuperado

Excavado en la roca, sobre un acantilado en medio del desierto de Judea, a aproximadamente media hora de Jerusalén, se encuentra el Monasterio Griego Ortodoxo de San Jorge, construido en el s. V Según la tradición el profeta Elías se escondió aquí para escapar de quien lo quería matar. Nació como una "laura" en el año 470 d.C., fundada por San Juan de Egipto. Luego cayó en ruina y en el siglo VI Jorge de Koziba fundó ahí un monasterio que atrajo muchos monjes. Se considera el primer santuario del mundo dedicado a María, madre de Jesús. La construcción actual es de 1878 con renovaciones hechas en el siglo XX. Hoy viven en el monasterio 5 monjes griegos que  lleva una vida austera como hacían sus antecesores, que se retiraban al desierto y ahí permanecían allí toda la vida buscando en el silencio a Dios.


jueves, 9 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo

8.-La acción de gracias. Monje, no seas pedigüeño en tu oración, no olvides lo mucho que Dios ha hecho por ti, pues todo lo que Cristo ha hecho, también por ti personalmente lo ha hecho. Por ti se encarnó, para que tu ser humano fuera rescatado del poder del mal; para ti predicó, por ti recorrió tantos caminos y habló a tantos; para convencerte curó a tantos enfermos; para mostrarte cuánto te quiere Dios hizo el bien a tantos como tú; por tus pecados se entregó a la Pasión y a la Muerte; en la Cruz te rescató y bajó a la sepultura para que tú no temieras su irremediable horror; por ti resucitó, para que la vida triunfara también en ti; por ti ascendió al Padre, para que tu ser humano estuviera junto a Dios; y a ti te envía el Espíritu de la Verdad, para hacerte testigo de su señorío sobre lo visible y lo invisible.

miércoles, 8 de mayo de 2013

La acción del Espíritu Santo

¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.

Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación, hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.

El es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad.

Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe.

Simple en su esencia y variado en sus dones, está integro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen en él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar.

Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todos disfrutan de él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que él podría darse.

Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por él los que caminan tras la virtud llegan a la perfección. Es él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales.

Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás.

De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente, lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios.

San Basilio Magno, Libro sobre el Espíritu Santo

martes, 7 de mayo de 2013

San Antonio de Kiev


Hoy recuerda la Iglesia al iniciador de la vida monásica en Rusia, el monje Antonio, que vivió justo antes de la separación de Oriente y Occidente, y que por eso mismo se erige como un reclamo más para la unidad entre lo que el beato papa Juan Pablo II llamó "los dos pulmones del cristianismo". ¿Quién fue san Antonio de Kiev?


Antonio nació en el 983 en Lubec, en el término de Tchernigov, y muy joven se sintió atraido por la vida eremítica, que comenzó a practicar en su patria. Partió en peregrinación al monte Athos, y quedó impresionado por la vida de aquellos monjes; entró, hacia el 1028, en el monasterio de Esphigmenon, cambiando su nombre secular, Antipas, por el de Antonio. Después de algunos años, siguiendo el consejo de su superior, Teotisto, Antonio volvió a su patria para suscitar un fermento monástico en su pueblo, y se estableció en una gruta que excavó por sí mismo en el monte Berestov, en las riberas del Dnjepr, en Kiev.


Según algunos hagiógrafos, Antonio, turbado por la guerra, volvió al monte Athos y allí permaneció por cierto tiempo, pero luego retomó el camino de Kiev y de su gruta. Descubierta por el pueblo, la celda de Antonio devino meta de numerosos peregrinos que se acercaban en busca de consejo y ayuda del eremita. Algunos jóvenes le pidieron y obtuvieron permiso de permanecer con Antonio, y entre los primeros estuvieron Nicón, ya sacerdote, Teodoro y Barlaam. Bien pronto, sin embargo, Antonio, deseoso de una mayor soledad, designó a Barlaam como hegúmeno y se retiró a un lugar más apartado. El príncipe Isiaslav cedió el Berestov a los monjes, y ellos iniciaron la construcción de la «Laura de las Grutas» (Pecerskaja Lavra), llamando a numerosos artistas de Constantinopla para decorar la iglesia. Según la crónica de Néstor, Antonio, a diferencia de los otros abades de su tiempo, recomendaba recibir a todos, ricos y pobres, de modo que de su monasterio podía decirse que estaba edificado con oraciones más que con las riquezas de los príncipes y nobles.


Hacia el 1055, Antonio, sospechado por Isiaslav de haberse puesto de parte de su rival Vseslav, fue obligado a refugiarse en el principado de Tchernigov, donde fundó otro monasterio. Muy probablemente retornó a Kiev y murió en su celda el 10 de julio de 1073; la Iglesia Rusa celebra a Antonio el 10 de julio, y lo mismo la Iglesia Católica de rito eslavo, ya que Antonio vivió antes que la Iglesia Rusa adhiriese de iure al cisma de Cerulario.


La «Laura de las Grutas» fue devastada por los tártaros en dos ocasiones, en 1299 y en 1316, y en todo tiempo reivindicó su autoridad sobre todos los otros monasterios rusos. El sucesor de Barlaam, san Teodosio, fundó un albergue de peregrinos, que en el siglo XIX podía acoger hasta veinte mil visitantes al mismo tiempo. En 1651 se construyó en la laura una tipografía. En el mismo siglo los monjes llevaban un hábito semejante al benedictino, y seguían algunas costumbres particulares de Occidente. El 1945 se inició la reconstrucción de la laura, gravemente dañada durante la segunda Gran Guerra.



lunes, 6 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


7.- La presencia de Dios. Monje, estás en presencia de Dios. Nunca lo olvides. Abandona cualquier otro pensamiento, y comienza tu oración por esta verdad fundamental de tu existencia. Estás en presencia de Dios. Él no quiere ignorar nada de cuanto te acontece. Como con Adán, viene todas las tardes a pasear por el jardín de tu corazón, a compartir la intimidad de tu vida en la desnudez de tu inocencia. Procura apartar de ti todo lo que te produce vergüenza y bochorno, y confía en quien te conoce mejor que tú mismo. La oración cesa cuando olvidas que estás en presencia de Dios, y el diablo te enreda en las mil cosas con las que te entretiene. Pero la oración te devuelve a ese paraíso, en el que tu Creador te aguarda paciente.

domingo, 5 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


6.- El condenado por desconfiado. Monje, hubo cierto ermitaño, que desconfiaba de su propia salvación y le exigía todos los días a Dios la prueba de su eterna salvación, para dar sentido a sus privaciones y a sus sufrimientos. El diablo corrió presto a tentar al desconfiado, y le dijo que correría la misma suerte que cierto hombre de la ciudad. Corrió el ermitaño para conocer al que presumía tan santísimo varón, y se encontró con un asesino ladrón. Desesperado, pues, de su salvación, se entregó a toda clase de atropellos y dejó perder su alma, sin darse cuenta del engaño tendido por el tentador, pues el arrepentimiento final de ladrón le valió por obra de la misericordia de Dios la eterna salvación, mientras que la desconfianza del ermitaño le perdió.

sábado, 4 de mayo de 2013

La modernidad en la vida monástica

Los monjes jamás se han ligado al pasado por el simple valor de conservar lo recibido, sino que siempre han buscado adaptarse a las circunstancias de su tiempo y aprovechar cuanto de positivo les ha ido ofreciendo cada avance de la humanidad. No siempre se ha hecho esto con acierto; y, de hecho, todo cuanto estaba impregnado de modas de la época, o cuanto era incompatible con un recto sentido de los cristiano, terminó cayendo en el olvido. Lo mismo sucede en nuestros días. Hay monasterios que, por el prurito de parecer modernos, o de pretender alejarse de ser considerados conservadores, mezclan el genuino mensaje cristiano con extrañas ideas de moda como los chacras, la meditación zen, el budismo, la danza... resultando de todo ello un producto de tan baja calidad como escaso contenido cristiano.

Hay otros monasterios, sin embargo, que van consiguiendo una acertada simbiosis entre tradición y modernidad. Un ejemplo llamativo, procedente del ámbito lingüístico alemán, es el Monasterio cisterciense de la Santa Cruz, cerca de Viena. Han acertado a utilizar los medios para dar a conocer su acendrado amor a la tradición cristiana, consiguiendo además elevados grados de expresión artística, capaz de sugerir algo profundo referido al misterio cristiano. Su éxito vocacional, por otra parte, es incontestable. Hoy son más de ochenta monjes, en un país profundamente secularizado y con un clero al borde de la rebeldía contra la Iglesia.

Vamos a ofrecer, a continuación, un video de su producción que, simplemente, comenta visualmente el salmo 121, haciendo de los minutos que dura un momento de oración. El texto se escucha, en segundo plano, en el original latín que rezan ellos en la liturgia; por encima, se escucha una perfecta declamación del mismo en alemán: Mi auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que tu pie resbale; no se adormecerá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te herirá de día, ni la luna de noche. El Señor te protegerá de todo mal; Él guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.


viernes, 3 de mayo de 2013

El Señor es mi lote

Pero, Felipe, no comprendiendo que él era absolutamente semejante al Padre, le dice: Muéstranos al Padre y nos basta. Por lo cual, Jesús, echándole en cara su desconocimiento incluso del Hijo, le replica: Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Realmente no me habéis conocido, porque si me conocierais a mí, conoceríais también al Padre. No conoce al Hijo, quien piensa que el Padre es mejor: no porque uno sea el Padre y otro sea el Hijo, sino porque es absolutamente semejante. Por eso, porque el Hijo es absolutamente semejante al Padre, prosigue diciendo: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? Lo que no puedes ver, créelo al menos. Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia, pues no hablo por mí mismo: lo que yo hago lo atribuyo a aquel de quien yo, que actúo, procedo. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, entre las que se cuentan las palabras, las palabras que son obras buenas cuando a alguien edifican. Y siendo el Padre quien obra en mí, ¿no crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Si estuviéramos separados, en modo alguno prodríamos actuar inseparablemente.

Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Es decir: os aseguro que el que cree en mí, esto es, cree que soy un Dios con el Padre, venerable y amable, también él hará las obras que yo hago, es decir, las obras que ahora las hago por mí mismo, después las haré por su medio: y aún mayores, siempre por medio de él, porque yo me voy al Padre: me voy a aquel del cual según mi divinidad nunca me he separado.

Carísimos hermanos: pidámosle esto: que su gracia nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. En su nombré pidámosle a él solo, pues es en extremo avaro quien no se contenta con Cristo. Quien posee al Señor y dice con el profeta: El Señor es mi lote, nada puede poseer fuera de él.

Por lo cual, no debemos preocuparnos de otra cosa, sino de cómo merecer que Cristo sea nuestra heredad, él por cuyo amor hemos renunciado al amor propio y a la propia voluntad.

Esta es, carísimos, la heredad que hace la dicha de sus poseedores.

Beato Ogerio de Lucedio, Sermón 7 (2.3.4.7: PL 184, 906. 907-908.909)

jueves, 2 de mayo de 2013

Benedicto XVI. San Atanasio


La obra doctrinal más famosa del santo obispo de Alejandría es el tratado Sobre la encarnación del Verbo, el Logos divino que se hizo carne, llegando a ser como nosotros, por nuestra salvación. En esta obra, san Atanasio afirma, con una frase que se ha hecho justamente célebre, que el Verbo de Dios "se hizo hombre para que nosotros llegáramos a ser Dios; se hizo visible corporalmente para que nosotros tuviéramos una idea del Padre invisible, y soportó la violencia de los hombres para que nosotros heredáramos la incorruptibilidad" (54, 3). Con su resurrección, el Señor destruyó la muerte como si fuera "paja en el fuego" (8, 4). La idea fundamental de toda la lucha teológica de san Atanasio era precisamente la de que Dios es accesible. No es un Dios secundario, es el verdadero Dios, y a través de nuestra comunión con Cristo nosotros podemos unirnos realmente a Dios. Él se ha hecho realmente "Dios con nosotros".

Entre las demás obras de este gran Padre de la Iglesia, que en buena parte están vinculadas a las vicisitudes de la crisis arriana, podemos citar también las cuatro cartas que dirigió a su amigo Serapión, obispo de Thmuis, sobre la divinidad del Espíritu Santo, en las que esa verdad se afirma con claridad, y unas treinta cartas "festivas", dirigidas al inicio de cada año a las Iglesias y a los monasterios de Egipto para indicar la fecha de la fiesta de Pascua, pero sobre todo para consolidar los vínculos entre los fieles, reforzando su fe y preparándolos para esa gran solemnidad.

Por último, san Atanasio también es autor de textos de meditaciones sobre los Salmos, muy difundidos desde entonces, y sobre todo de una obra que constituye el best seller de la antigua literatura cristiana, la Vida de san Antonio, es decir, la biografía de san Antonio abad, escrita poco después de la muerte de este santo, precisamente mientras el obispo de Alejandría, en el destierro, vivía con los monjes del desierto egipcio. San Atanasio fue amigo del grande eremita hasta el punto de que recibió una de las dos pieles de oveja que dejó san Antonio como herencia, junto con el manto que el mismo obispo de Alejandría le había regalado.

La biografía ejemplar de ese santo tan apreciado por la tradición cristiana, que se hizo pronto sumamente popular y fue traducida inmediatamente dos veces al latín y luego a varias lenguas orientales, contribuyó decisivamente a la difusión del monaquismo, tanto en Oriente como en Occidente. En Tréveris la lectura de este texto forma parte de una emotiva narración de la conversión de dos funcionarios imperiales que san Agustín incluye en las Confesiones (VIII, 6, 15) como premisa para su misma conversión.

Por lo demás, el mismo san Atanasio muestra que tenía clara conciencia de la influencia que podía ejercer sobre el pueblo cristiano la figura ejemplar de san Antonio. En la conclusión de esa obra escribe:  "El hecho de que llegó a ser famoso en todas partes, de que encontró admiración universal y de que su pérdida fue sentida aun por gente que nunca lo vio, subraya su virtud y el amor que Dios le tenía. Antonio ganó renombre no por sus escritos ni por sabiduría de palabras ni por ninguna otra cosa, sino sólo por su servicio a Dios. Y nadie puede negar que esto es don de Dios. ¿Cómo explicar, en efecto, que este hombre, que vivió escondido en la montaña, fuera conocido en España y Galia, en Roma y África, sino por Dios, que en todas partes da a conocer a los suyos, y que, más aún, le había anunciado esto a Antonio desde el principio? Pues aunque hagan sus obras en secreto y deseen permanecer en la oscuridad, el Señor los muestra públicamente como lámparas a todos los hombres, y así los que oyen hablar de ellos pueden darse cuenta de que los mandamientos llevan a la perfección, y entonces cobran valor para seguir la senda que conduce a la virtud" (Vida de san Antonio, 93, 5-6).

Sí, hermanos y hermanas, tenemos muchos motivos para dar gracias a san Atanasio. Su vida, como la de san Antonio y la de otros innumerables santos, nos muestra que "quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos" (Deus caritas est, 42).

Benedicto XVI
Roma - 20 de junio de 2007

miércoles, 1 de mayo de 2013

Apotegmas de un monje a sí mismo


5.- Los estados de ánimo. Monje, no te asustes si un día, por la mañana, te levantas de mal humor. No eres dueño de los estados de ánimo que las necesidades de tu ser corporal te impone. Tan sólo ten calmo y medita un momento: sólo necesitas aprender a controlarlos. Cada día tienes una oportunidad para considerar que tu fin consiste en convivir por siempre por Cristo en el seno de la Trinidad. Todo lo demás es accesorio. Incluso hasta tus estados de ánimo. Entra dentro de ti mismo. Recuerda quién eres, quién te ha llamado, y cuál es la magnífica gloria que te aguarda. Olvida todo lo que está fuera de ti, lo que te produce malestar, lo que te causa desasosiego. Nada es comparable a la dicha que el Señor te ofrece. No te enredes en las cosas del mundo, porque en ellas solo encontrarás insatisfacción y desasosiego.