domingo, 28 de abril de 2013

Apotegamas de un monje a sí mismo


3.- El mandamiento del amor. Monje, en la Santa Regla encuentras muchos preceptos que debes practicar: cuánto debes dormir, cómo debes comer, de qué forma has de orar, cómo debe ser tu obediencia al abad, qué papel juega el silencio en tu vida, cómo debes huir del mundo... Son muchos preceptos los que debes observar pero, al final, el propio Padre san Benito te habla de la dilatación del corazón, que hace llevadera tal cantidad de preceptos. Y esta dilatación del corazón no es sino fruto de la caridad, pues también el monje está fundamentalmente obligado por el mandamiento nuevo del amor que formuló el Señor aquella noche después de la Última Cena. En el orden de tus obligaciones, ninguna ocupa un papel tan central como la de la caridad. En tu oración, nada debes pedir para ti por encima de la caridad. En tus relaciones concretas con los hermanos, ningún otro móvil te debe mover fuera de la caridad. Y tu vida, monje, para que de verdad pueda llamarse monástica, debe estar regida por la caridad.

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